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SOBRE CÓMO LO EFÍMERO CONSTRUYE LAS FORMAS TANGIBLES
Comisariada por  Fernando Castro- Flórez & Magda Bellotti
Un proyecto de Mikha-ez & Judith Borobio
Sala Levante
ALCULTURA
Algeciras, Cádiz.
2018 - 2019
Instalación Site Specific, más de 700 frottage, meteorito, archivo sonoro por Mikha-ez
Los dioses (griegos) nos tienen envidia, contemplándonos en nuestra condición efímera, inquietos y (acaso) felices, deslizándonos sobre la cresta de una ola.
El humo que sube de los altares sacrificiales revela nuestra condición prometeica pero también indica que aquello que consumimos (para sobrevivir) es lo que marca la distancia con un cielo que fue dramáticamente cerrado cuando comenzamos a comprender que el hombre es lo más temible que habita la tierra.
Judith Borobio y Mikha-ez generan, en un tiempo desquiciado, una obra artística radicalmente intempestiva que les lleva a reconsiderar la Naturaleza sin caer en planteamientos románticos o pintoresquistas. Su material-memoria, en el sentido de José Ángel Valente, es el resultado de una fricción y también de unos singulares equilibrios. En una breve y poética meditación advierten que “quizá el misterio que desprenden las rocas tenga que ver con su propia materia, esa misma con la que se conforma el universo”.
 
En la instalación Cómo algo tan pequeño puede sostener algo tan grande, hacen que se mantenga en equilibro, gracias a un cable de acero, un pequeño meteorito y una pumita de un volumen mayor. Esta singular “armonía” es, al mismo tiempo, una materialización de las tensiones y las escalas, una poética que entreteje lo pesado con la evocación de la levedad.
 
Territorios líquidos (2018) es un frottage realizado en las rocas al borde del mar, “una meditación sobre la mutabilidad del paisaje”. En el papel emerge la rugosidad del mundo y se produce una trasmutación de la solidez rocosa en una suerte de “fluidez” gestual.
 
Estos artistas apelan a la disposición contemplativa del espectador, aluden directamente a la “curiosidad y asombro ante aquello que suele pasar desapercibido ante la mirada”. Con enorme sutileza generan un territorio estético que lleva desde el espacio exterior a las entrañas de la tierra, del mar a las piedras sobre las que el tiempo ha dejado huellas enigmáticas. Sin anécdota ni truco, con una poética que es tan conceptual cuanto estrictamente material, Judith Borobio y Mikha-ez nos ofrecen obras fascinantes que alegorizan lo mutable (oleaje marino, erupción volcánica, impacto de un meteorito). No hay en ellos rastros de imaginario nihilista ni profetizan ningún cataclismo, al contrario, su poética equilibrada parece transmitir esperanza o, por lo menos, una confianza en el poder del arte, esto es, de la capacidad que tiene para transformar nuestra forma de mirar.
 
En esta inmensa y a la vez íntima “poética del espacio” gozamos (estéticamente) del placer de lo efímero, de aquellos instantes en los que cae, como cantara Rilke, algo feliz.
 
Fernando Castro Flórez.
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